Marga colgó el teléfono y entró en el restaurante. Oficialmente había quedado con un comercial del Consorcio de Seguros Mágicos para ver cómo podía mejorarle la vida un seguro contra deflagraciones mágicas espontáneas; pero, en realidad, era una reunión con una de sus principales fuentes. El artículo que estaba preparando podía hacer temblar los cimientos de toda la industria aseguradora.
Su confidente ya estaba esperándole en la mesa. Se saludaron cordialmente y el camarero les trajo la carta. Marga ni la miró; siempre pedía lo mismo.
¿Qué va a pedir Marga? ¿Qué tipo de restaurante es ese? ¿De dónde sale la comida que sirve el restaurante? Supongamos que pide un filete. ¿De qué animal es esa carne? ¿Cómo se produce esa carne? ¿Se considera un producto de lujo o es un alimento sin categoría? ¿Qué guarnición lleva esa carne? Para que haya verduras en la guarnición hará falta que el clima sea acorde a la producción de esos vegetales. ¿Cómo de mecanizado está el entorno rural? Si no está muy mecanizado, la guarnición debería ser contenida y de pocos ingredientes. Si lo está, habría más variedad donde elegir. ¿Cómo es la cultura local? La cultura local tiene impacto sobre la gastronomía, incluso la de restaurantes que reproducen gastronomía de otros lugares.
Este es un hilo de pensamiento bastante habitual que tengo mientras escribo. Y es que siempre me ha llamado la atención cómo hay producciones que parecen poner mucha atención al detalle pero que, por algún motivo, parecen tener un cierto fallo en su cohesión interna.
El típico ejemplo que siempre pongo cuando hablo de este tema
Seguramente conozcáis la serie de la BBC «Merlín». En esa serie se narra la historia de cómo un joven Merlín, que aún no ha aprendido a hacer magia, entra a servir a la corte del padre del futuro rey Arturo y cómo se sientan las bases para lo que serán las leyendas artúricas. Es una serie que atiende bastante al detalle y, aunque con licencias, representa bastante fielmente el ambiente y el contexto que solemos tener en mente cuando pensamos en el rey Arturo y la tabla redonda.
Pero en un capítulo, uno de los primeros, ocurrió algo que me dejó atónito: Merlín y su maestro comen un plato de pollo con patatas y tomate.
Aunque no hay mucho consenso sobre en qué fecha pudo existir el rey Arturo en caso de haber sido real, se considera que las leyendas hacen referencia a un caudillo britanorromano que lideró la defensa de Gran Bretaña contra los invasores sajones entre los siglos V y VI. Teniendo en cuenta que la patata y el tomate no entrarían en Europa hasta casi mil años después, por muchas licencias que se tomen sus creadores, no es posible que Merlín pudiera comer ese plato.
Es posible que haya quien piense ¿a quién le importa un detalle como ese? Pues creo que, como es evidente, a mí. Y, por extensión, es posible que a muchos lectores que, como yo, se fijen en este tipo de detalles.
Las sociedades no son entes espontáneos que aparecen de la nada
Una vez más, aquí estamos con más perogrullo. Pero es importante. Una de mis principales críticas a muchas obras de fantasía es, precisamente, que sus sociedades parecen haber salido de la nada. Países desérticos con una gastronomía basada en cultivos que requieren mucha agua y en carne de animales de montaña, aldeas perdidas en mitad del bosque con un acceso envidiable a la cultura y a las manufacturas finas, etc…
Si entendemos que las poblaciones se desarrollaron cerca de ríos para tener una fuente estable de agua, si entendemos que los pueblos de lugares áridos y hostiles tienden a ser nómadas para poder buscar siempre el mejor sitio donde acampar. Si entendemos que una ciudad no puede tener millones de habitantes si no tiene una infraestructura adecuada que permita la recepción y almacenamiento de muchos alimentos. Si entendemos todo esto, deberíamos entender que todo, hasta la más mínima decisión, es una expresión de un contexto profundo y complejo.
¿Has diseñado un país cuyos cultivos de cereales son, principalmente, arroz? Pues no puedes hacer que su plato tradicional sea la pasta italiana. ¿La religión tradicional de la zona considera al alcohol el culpable de todos los males? Pues las reuniones sociales que escribas no deberían presentar al alcohol como el protagonista de la fiesta.
No se trata de escribir una enciclopedia para poder hacer un relato corto
Evidentemente, tenemos que tener la cabeza amueblada y hacer uso del sentido común. En electrónica, cuando queremos diseñar un aparato, no incluímos en los cálculos toda la infraestructura eléctrica del país. Decimos que todo eso equivale a un circuito que aporta A a la corriente y R de resistencia y tiramos millas. En esencia, se trata de hacer eso mismo.
Si estás escribiendo una historia de fantasía localizada en la capital de un país de elfos, es probable que no necesites conocer la historia de los países enanos y de sus guerras contra los hombres lobo. Pero sí deberías tener claro cuales han sido las relaciones entre elfos y enanos desde que unos saben que los otros existen y qué influencia tiene esto en el día a día de los habitantes de esa capital. Tal vez, cuando un elfo se enfade podría ponerse a soltar palabrotas que hagan referencia al odio cultural hacia los enanos; o, a lo mejor, la víctima cuyo asesinato se está investigando podría ser un asistente habitual de un curso de cocina enana que se imparte en la universidad de ciencias gastronómicas.
Como siempre, la conclusión
Este blog no sería mío si todos los artículos no terminaran con una conclusión. Mi conclusión es que, aunque no es obligatorio, conocer todo el contexto que envuelve al lugar donde se desarrollan tus historias hará que estas se sientan más cohesionadas. No es casualidad que las obras de autores como J.R.R.Tolkien o Terry Pratchett sean referentes de su género; ambos prestaban mucha atención a estos detalles.
No está mal que lo hagas de otra manera. En general, y en el arte con más razón, no existe una «manera correcta» de hacer las cosas. Pero si deberías tener en cuenta que cuanto más sepas de algo más cómodo te sentirás hablando de ello.