El texto ofrecido en este post es un extracto de una novelette que estoy escribiendo. Eso significa que le faltan muchas correcciones que no podré llevar a cabo hasta terminar de escribirla entera. Ten esto en cuenta cuando vayas a comentar.
—En los documentos que me pasaste, y que supongo que te pasó tu cliente, venía el horario de trabajo. Bueno, más bien el horario de trabajo habitual. Me he metido en el sistema de Ren-Sha, lo que ha sido ridículamente fácil, y he visto que de vez en cuando mete mano a su horario.
—¿Cómo que mete mano a su horario?
—Generalmente se modifica el horario del día en el que está. A veces se añade más horas de trabajo, alargando la hora de salida. Otras veces se lo acorta. Como son modificaciones manuales, no sale en la consulta general de horarios y en el recuento de horas trabajadas parece que salen las sumas. Pero huele raro.
—Quiero pensar que está relacionado con su… otro trabajo; ya sabes. Puede que haya días que tenga que garantizar que está presente en la recepción de un cargamento o algo del estilo y se modifique el horario para tener acceso al carguero. Y luego se quita horas de otro día para que no llame la atención en el recuento.
—Supongo que es lo que más sentido tiene. En cualquier caso, parece que de lunes a viernes trabaja todas las mañanas. Las modificaciones suelen afectar a las tardes y las noches.
—Mañana es miércoles, así que podemos comprobar tu teoría del trabajo por las mañanas.
—¿Cómo que mi teoría? —protestó Kin fingiendo indignación.
—A callar. ¿Tienes acceso al circuito cerrado de su casa?
—No parece tener circuito cerrado. Pero delante de su portal hay un banco y la cámara de uno de los cajeros da una preciosa vista de la puerta.
—Vale, pues quiero que revises las grabaciones de ayer y hoy para ver si es cierto que sale a la hora que dices y mañana estate pendiente a ver si también sale. Yo estaré por la zona. Si me confirmas que sale de casa como siempre, me colaré.
—Me pongo a ello.
—Una vez salga de su edificio, asegurate de que puedes seguirle los pasos. Al menos con la suficiente precisión como para poder avisarme si vuelve antes de tiempo.
Nada más colgar decidió que necesitaba una ducha. En su anterior vida, en Europa, acostumbraba a usar el tiempo de ducha para relajarse y pensar en los siguientes pasos a seguir. Aquí, en Venus, no conseguía que la costumbre cuajara, las duchas eran terribles.
Aunque todos los asentamientos disponían de sistemas que filtraban el vapor de agua de las capas más altas de la atmósfera, los grandes enclaves como TeraGen seguían necesitando importar agua para satisfacer su demanda.
Por eso, los sistemas de higiene más populares eran las llamadas duchas de niebla; unos aparatos que cubrían a la persona de una ligera niebla que proporcionaba suficiente humedad como para poder limpiarse pero que, a su vez, ahorraba la mayor cantidad de agua posible. Y Sonia lo odiaba. Así que cuando salió de la ducha seguía con el mismo ánimo que cuando entró.
Como no tenía ganas de ponerse a hacer nada, encendió la consola y se tiró en el sofá. No era que los videojuegos de carreras la calmaran; pero la concentración que requerían hacía que, poco a poco, fuera dejando de darle vueltas a todo lo que se le pasaba por la cabeza.
Por lo que, para cuando llevaba a penas unas horas de juego, había conseguido mejorar su humor y relajarse. Tanto, que cuando descolgó la videollamada de Kin no recordó que de la ducha había ido directa al sofá y no llevaba puesta ni la toalla.
—Pero, ¡Sonia! ¡Menudas confianzas!
—Tampoco es que hayas visto algo que no acostumbres a ver por la red —respondió mientras se tapaba con una manta que tenía tirada por el sofá.
—Oye, que si querías enseñarme algo no tenías que fingir un descuido, ¿eh? —se burló Kin—. En fin, que ya he echado ese vistazo a las grabaciones y, como hemos supuesto, Avison sale a trabajar pronto.
—¿Cómo de pronto?
—Por lo que he podido ver, hacia las ocho de la mañana.
—¿Y qué tal te ha ido con la seguridad de la zona?¿Podrás seguirle los pasos?
—Sí, tranqui. Está todo preparado. Y por lo que he visto, con un juego de ganzúas básico te servirá. Parece que en ese barrio poner una alarma en tu casa es como poner un cartel de neón indicando que tienes algo para robar.
—Muy bien, en ese caso mañana estate conectade para las siete y media. A ver qué encontramos.
Esa noche durmió un poco intranquila. A lo largo de su vida había allanado cientos de casas pero, por alguna razón, había algo que la tenía intranquila. Como si de un mal presagio se tratara. Por eso, cuando el despertador sonó a las seis no necesitó los habituales diez minutos de remoloneo.
Mientras desayunaba, abrió el paquete que días antes había recibido. En circunstancias normales habría preferido no tener que recurrir a él, pero no podía quitarse la intranquilidad de sus pensamientos.
Del paquete extrajo los dos únicos bultos que contenía. Una pequeña caja forrada de terciopelo negro que dejó sobre la mesita de la entrada y su pistola Bolton-Khodar.
Algunas compañías de su pasado se habían reído de que aún siguiera usando esa antigualla. Su gran tamaño, a camino entre una pistola y una escopeta recortada, hacía que en manos inexpertas fuera lenta e incómoda de manejar; y solían señalar como una debilidad que no fuera un arma de energía.
Sin embargo, en todos estos años, le había demostrado todo lo contrario. Era un arma muy fiable. Sentirla tan sólida de daba seguridad y si se le terminaba la munición, no tenía que enchufarla y esperar a que se recargara.
Además, las agujas que disparaba este arma tenían la capacidad de inutilizar músculos sin dañar en exceso. Lo que la convertía en el arma perfecta para alguien que no creía que matar debiera ser la primera opción.